Carta para quien se siente solo

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A ti que encuentras en la soledad un punto de inflexión, para ti que sucumbes muchas veces en el desconcierto de los sin sentidos, a ti que derramas lluvias de oprobio en mañanas solitarias y días insoslayables. Ese eres tú, tan pacífico y mortal como cualquier ser errante que vaga circundante en éstas tierras sin dueño.

¿Acaso has pensado que el sueño de un niño es tan solitario como tu mirada de invierno que se explaya más allá de cualquier abismo?

¿Has pensado en las aves que despliegan su rumbo en contraste con el viento y aún así su vuelo solitario y majestuoso retiene nuestra mirada admirada en asombro?

No veas tu fugaz instante como un precipicio al cual lanzarte, ni intentes socavar con perdones esas mil maneras de lastimarte…

Encuentra en tu tiempo una ventaja de espacio y reclama a toda voz ese lastimoso pasado que se estampa en tus huellas de juventud, para hacerte visible a ese exterior que lucha por traspasar ese corazón desvalido que es todo fuego y toda guerra.

Las raíces de esas manos que son tuyas y también nuestras deben forzar la voluntad de tomar para así toda su bravura y coraje. No tropieces más en esos devenires de indecisión y duda. Apártate de tu rutina mal formada y comienza a recorrer aires de primavera, que no todo tiempo es vano si se concibe desde tus sueños, ni toda maldad es bien guardada por no desperdiciar lo que aún no tienes.

Mejor corre el velo que te atrapa y descubre fuera de ti el sosiego de esas miradas limpias y puras, que alguna vez no supiste ver y rechazaste. Y quiébrate una vez más por sortear ese paso cansado que alguna vez supo detenerte y torcer tu rumbo.

Que sólo somos almas anhelando ser y tu soledad es la soledad de todos los que hemos nacido solos y así hemos de morir.

Tu real compañía yace quieta en tu mente sibilante que debe despertar a tu verdadera esencia. Somos seres solitarios desde el origen porque nuestro camino es individual y nuestra libertad para recorrerlo no es tan simple ni complicada, es azarosa en ocasiones y victoriosa cuando se ejerce en su derecho real.

No vulneres tu capacidad de mando sobre tu vida, la soledad no es tu contrincante, ni la compañía tu aliada. Ambas se dan en momentos diferentes para que puedas aprender lo ambivalente y la justa medida de lo radical.

No cuentes tus tiempos desolados, ni fuerces a la realidad a complacerte con presencias falsas, más bien preocúpate por sobrepasar tus fuerzas en abnegaciones, para que cuando intentes estrechar lazos verdaderos tu voluntad inquebrantable no dependa de los otros, sino que atemperada por un espíritu bien dispuesto fluya acorde en relación a tus sentimientos.

Tu elección es decisión en contraposición a tu vehemencia, recuerda que tu experiencia es benéfica si tus intenciones son acordes a las oportunidades que has tenido, aún si han sido mal aprovechadas. Porque así como el fulgor de una estrella no se deja de percibir por el trascurso del tiempo, así todo tu ser sigue brillando en la soledad que no te pertenece.

Así somos, solitarios capaces de ver con precisión esa orilla lejana que encuentra en la compañía toda la rendición de nuestras capacidades.

Tu soledad es la cabal prueba de que eres humano hasta los huesos y vulnerable en tu dolor. Por ello la victoria es más loable ya que has aprendido el verdadero sentido de darse todo en un instante y tener que recibirse solo al siguiente; has entendido la reciprocidad en la unidad y la fortaleza de ser dueño de un estado tan perenne y tan preciado como es estar en permanencia en uno mismo.

Tu viaje es el nuestro. Tu destino sos vos. El camino la aparente soledad. La verdad es tu verdadero ser.

Déjate ser…en tu soledad…

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